Bizcocho especiado de calabaza

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¡Buenas!

¿Cómo han ido los carnavales?, ¿de qué os habéis disfrazado? Yo este año me los he saltado porque mi rodilla me ha dado algunos problemillas, pero bueno, quedan más carnavales que disfrutar, así que no pasa nada, ¿verdad?.

Viendo fotos de platos y dulces atrasados me he topado con un bizcocho de calabaza. Si hace unos años alguien me dijera que me iba a gustar la calabaza, le habría llamado lunático como poco. Pero si señores, después del bizocho de zanahoria, el de calabacín, y el de batata con sus fantásticos resultados, parecía estúpido no experimentar con la calabaza.Y aunque la idea principal era hacer una layer cake, al poco de sacar los bizocochos del horno apareció visita en casa, les dió el olorcillo y, ¡claro! café y bizcocho de calabaza para merendar.

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Dos planchas de bizcocho que volaron en día y medio…. Le prometí a Gemma, una antigua compi del cole que se llevó un trozo para probarla que subiría rápido la receta… al final sólo he tardado mes y medio en subirla… Sorry!

La receta la he copiado de la fantástica web de El Rincón de Bea y las cantidades dan para hacer dos planchas hermosas de unos 25 cm de diámetro de bizcocho, por lo que si queréis, podéis reducir todas las cantidades a la mitad.

Necesitamos:

  • 400 grs. de harina de trigo
  • 150 grs. de azúcar
  • 175 grs. de azúcar moreno
  • 2 cucharaditas de levadura
  • 2 cucharaditas de bicarbonato
  • 3/4 de cucharadita de sal
  • 1 cucharada de canela
  • 2 cucharaditas de jengibre en polvo
  • 2 cucharaditas de nuez moscada
  • 425 grs. de puré de calabaza (yo puse menos porque no me dió por pensar que al hacerlo puré el peso reduciría…)
  • 5 huevos XL
  • 290 ml de aceite

El día anterior cocéis la calabaza (como medio kilo o un poco más), la hacéis puré y lo dejáis reponsando sobre un escurridos para que pierda el agua.

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Ponéis el horno a precalentar a 175ºC y engrasáis el/los moldes.
Tamizamos la harina, el azúcar blanco, el bicarbonato, la levadura y las especias. Reservamos. Mezclamos 1/3 del puré con el azúcar moreno hasta que no queden grumos. Después ponemos el resto del puré y el aceite. Volvemos a mezclar todo bien. Añadimos los huevos ligeramente batidos uno a uno (hasta que uno no está bien incorporado no ponemos el siguiente). Para finalizar, añadimos la mezcla seca en tres veces (para que sea más sencillo).
Ya sólo tenéis que poner la mezcla en el/los moldes y hornear durante unos 40 minutos. Ya sabéis lo que digo siempre, pichad con una puntilla, si sale limpia, el bizocho está listo, sino, lo dejáis un poco más.

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El resultado es fantástico, de verdad.

Un besote y ¡hasta la próxima!

Red velvet cookies o cómo pasar casi todo el día haciendo galletas

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Hi you all!!

Prometí que volvería en breve y aquí estoy. En la anterior entrada, cuando hablé de los dulces que preparé para el cumpleaños de mi amigo Dani, os comenté que había hecho whoopies de chocolate y red velvet cookies. Como dejé pendiente la receta de las galletas, vengo con ellas hoy para no hacerme mucho de rogar.

Yo ya conocía el bizcocho red velvet (o terciopelo rojo, en español), muy de moda ahora con los cupcakes. Lo que no sabía es que se podían hacer galletas red velvet. En una de mis múltiples visitas al blog de i’m a baker (tengo admiración por esta mujer, lo reconozco abiertamente) las vi, me convencieron y como iba a haber niños de por medio en el cumple, pensé que las galletas iban a ser una idea genial.

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Son muy fáciles de hacer, pero las cantidades son grandes (por lo que da para hacer muuuchas galletas) y hay que dejar enfriar la masa en la nevera un buen rato. Por eso lo ideal es hacer la masa por la mañana y hornear después de la comida, para que repose y endurezca bien. Otro consejo, cuando estéis cortando las galletas para hornearlas, no saquéis toda la masa de la nevera. Sólo una parte y el resto la mantenéis en el frigo, porque se reblandece muy rápido y es más difícil trabajar con ella.

Aquí os dejo los ingredientes y la preparación:

  • 1 y 1/2 taza de mantequilla en pomada (blandita, blandita) (1 taza son 236 ml)
  • 2 tazas de azúcar
  • 3 huevos L
  • 4 cucharaditas de esencia de vainilla
  • 2 cucharaditas de esencia de agua de azahar (en la receta original es esencia de almendra, pero yo no tenía)
  • 1 cucharadita de tinte rojo en gel
  • 4 tazas de harina
  • 2 cucharadas de cacao en polvo
  • 1 cucharadita de sal
  • 1 cucharadita de levadura

Como veis, podéis reducir todas las cantidades a la mitad para no tener una cantidad ingente de galletas.

Tamizamos la harina, el cacao, la sal y la levadura y reservamos. Mezclamos bien la mantequilla y el azúcar. Añadimos a continuación los huevos, uno a uno. Incorporamos la vainilla, el agua de azahar y el tinte en gel. Movemos bien.  Juntamos la mezcla de harina en varias veces. Formamos una bola con la masa, la envolvemos en papel transparente y la metemos en el frigorífico para que repose (por lo menos una hora).

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Esos deditos que veis, son los de Sofía, lanzándose a por otra Red Velvet Cookie.

Cuando vayamos a hornear las galletas (con las formas que queráis, incluso usando un vaso a modo de cortador si no tenéis cortadores en casa), acordaos de poner un poco de harina en la base sobre la que trabajéis y, otra cosa, las galletas han de ser gorditas, por lo que dejádlas con un centímetro aprox. de grosor.

El horno tiene que estar precalentado a unos 175ºC, y las galletas tardan unos 6 u 8 minutos en hacerse. Salen blanditas del horno, pero luego endurecen más.

Son fáciles y muy ricas, así que, ¿a qué esperáis?

Un beso a todos.

¡Al rico whoopie de chocolate!

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Hola a tod@s!

Después de una temporada de aletargamiento (o también llamada temporada navideña + preparación de formaciones + otra estancia laboral de tres semanas en Aveiro) estoy de vuelta. Volverá a ser por poco tiempo porque en breve tendré que meter de nuevo mi vida en una maleta para trasladarme a Bruselas 5 meses. Pero mientras tanto voy a quitarles el polvo a las recetas que tengo guardadas, o mejor dicho, escritas en mi cuaderno de los chinos y voy a compartirlas con vosotros.

Hoy os traigo los whoopies. Un día los vi en un blog, y pensé «esto tiene que estar bueno no, lo siguiente», y lo anoté en mi apartado de cosas por experimentar en la cocina. La ocasión elegida para preparalos fue el cumpleaños de Dani, uno de mis mejores amigos desde hace…. buf, 10 u 11 años. Cuando me invitó a unas pizzas en su casa, y aun conociendo la respuesta, pregunté si quería que llevara algo. Como no se corta un pelo, dijo alto y claro: ¡El postre!. Así que Tania se colocó el delantal y preparó whoopies de chocolate rellenos de crema de mascarpone y unas red velvet cookies de las que os hablaré otro día.

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La receta de los whoopies de chocolate la copié de la web Aliterdulcia y la de la crema de mascarpone la encontré en otro blog de repostería, pero como soy un desastre y no lo guardé en mis favoritos, no tengo ni idea de cual es (mil perdones al autor/a).

Vamos con la receta:

  • 1 huevo L
  • 75 grs. de azúcar
  • 65 grs. de yogur natural (confieso que se me piró la cabeza y puse algo más…)
  • 10 ml. de leche entera
  • 40 grs. de mantequilla derretida
  • 1 cucharada de extracto de vainilla
  • 100 grs. de harina (de trigo normal y corriente)
  • 40 grs. de cacao en polvo
  • 1/2 cucharadita de levadura en polvo
  • 1/2 cucharadita de bicarbonato sódico

Precalentamos el horno a 180ºC. Tamizamos en un bol la harina, el cacao, la levadura y el bicarbonato y reservamos. Batimos muy bien los huevos con el azúcar. A esta mezcla añadimos la leche, el yogur y la vainilla. Volvemos a mezclarlo todo bien. Después incorporamos la mantequilla derretida y mezclamos de nuevo. Por último ponemos la mezcla de la harina y el cacao (en dos o tres veces) y vamos mezclando bien hasta que quede todo perfectamente incorporado.

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Hasta aquí es sencillo (y seguiría siéndolo si tuviera las herramientas necesarias), pero como no las tengo, tocó echarle imaginación al asunto.                                                                                                                                                                                                  Los whoopies son unos bizcochitos redondos de base plana y tienes que intentar que todos tengan aproximadamente el mismo diámetro porque tienes que emparejarlos colocando una crema en el medio (como si montaras un galleta Oreo). Existen unos mantelitos de silicona estupendos con los círculos ya hechos. Yo rebusqué por casa hasta que encontré un objeto circular de unos 4 o 5 cm de diámetro. Después fui dibujando círculos con rotulador y la ayuda del objeto en un trozo de papel de horno (ojo, la parte pintada con el rotulador va boca abajo, para que no se pueda mezclar la tinta con la comida!). Una vez los círculo dibujados, metí la masa resultante en una manga pastelera (también sirven las bolsas de bocadillos o de congelar comida) y fui colocando una montañita de masa en el interior de los círculos (recordad que tenéis que dejar espacio entre unos y otros, que luego crecen).

Una vez hecho esto ponéis la bandeja en el horno durante 10 minutos aprox.

Es entretenido, no os lo voy a negar, pero están tan ricos, que ¡merece la pena el esfuerzo!

El relleno de crema de mascarpone es muy sencillo. Ponéis 250 grs. de mascarpone, 50 grs. de azúcar glass y 1 cucharadita de esencia o estracto de vainilla y le dais caña con la batidora de varillas hasta que tenga consistencia. En mi opinión se le puede poner más azúcar porque la crema quedó…. muy cremosa para mi gusto.

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Una vez que los whoopies están fríos, ponéis un poco de la crema de mascarpone sobre la parte lisa del whoopie y hacéis un sandwich con otro whoopie por encima.

¡Para chuparse los dedos!

Hasta la próxima, ¡un beso!

La «Tarta de cumpleaños» del éxitazo inesperado

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Hola chic@s,

La semana pasada, mi primazo José Ángel decidió organizar una cena-fiesta para celebrar por segunda o tercera vez su 30 cumpleaños (hace bien oye, treinta añazos no se cumplen todos los días, y menos tan bien llevados como él). Por culpa de mi pata chula no pude ir a las otras celebraciones, pero esta iba a ser en casa, así que me apunté sin dudarlo.

Así que ahí me teníais dándole vueltas a la cabeza para ver que tarta podía preparar para el gran día. Además iban muchas personas que no conocía (y que no iban a decir que estaba rico si no lo estaba) y eso es una gran presión cuando una cocinera novata se mete en estos berenjenales.

El bizcocho elegido fue el Devil’s Food Cake del blog El Rincón de Bea. La pinta lo dice todo. Sólo hice una pequeña variación en la receta, ya que yo no usé almíbar para empapar los bizcochos porque habían quedado bastante húmedos y me daba miedo que perdieran consistencia.

Para continuar con la experimentación, probé a hornear dos bizcochos en moldes diferentes, para acabar con la tradición de abrir el bizcocho resultante a la mitad. Me arriesgué porque el jodía de mi horno rara vez hace correctamente su trabajo y los bizcochos casi no suben….. Y menos mal que me arriesgué, porque el olor y el aspecto, la textura, la altura similar de ambos bizcochos, ¡de categoría!… no me besaba a mi misma porque no me alcanzaba, que si no……..

Ahora vamos con la receta del bizcocho. Necesitáis:

  • 280 grs. de harina de trigo.
  • 220 grs. de azúcar moreno.
  • 185 grs. de azúcar.
  • 1 cucharadita de bicarbonato sódico.
  • 250 grs. de mantequilla sin sal a temperatura ambiente (la mía estaba más fría de lo normal, pero no consiguió estropear la receta)
  • 1/4 de cucharadita de sal (gramo y medio aprox.)
  • 4 huevos L a temperatura ambiente.
  • 2 cucharaditas (10 gr) de esencia o estracto de vainilla (yo sólo puse una porque no me quedaba más…cosas que pasan)
  • 125 grs. de cobertura de chocolate sin azúcar, derretido.
  • 250 ml. de buttermilk (250 ml. de leche + 1 cucharada, unos 15 ml., de zumo de limón. Lo mezclas, lo dejas reposar unos 10 minutos, y voilà, buttermilk casero)

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Precalentamos el horno a 180ºC. Engrasamos el molde o moldes. Yo usé dos moldes de unos 26 cm (uno era ligeramente más grande que el otro, pero no se notaba).

Tamizamos la harina, la sal y el bicarbonato en un bol y reservamos. Fundimos el chocolate al baño María o en el microondas, con cuidado de no quemarlo, y reservamos. Batimos conjuntamente la mantequilla con los azúcares con la batidora de barillas (si no tenéis usad una barilla manual con brio y energía, vais a ejercitar más el brazo que en un gimnasio). Cuando está bien incorporado añadimos los huevos uno a uno, es decir, hasta que el primero no se ha incorporado bien no añadimos el siguiente, etc. Después ponemos la vainilla y damos otro meneo a la mezcla. Seguimos con el chocolate fundido y mezclamos bien. Por último incorporamos de forma alternativa la mezcla de harina y el buttermilk, es decir 1/3 de harina + 1/2 de buttermilk + 1/3 de harina + 1/2 de buttermilk + 1/3 de harina (a ojo).

Repartimos la mezcla en los moldes (yo lo hice con un repartidor de sopa, poniendo un cazo en cada molde hasta que se acabó la masa) y al horno. Bea dice que los horneó 30 minutos. Yo pinché los bizcochos a la media hora y la puntilla salía pringadísima de masa, así que los dejé unos 10 minutos más. Lo que defienda la teoría de que cada horno es un mundo, así que hay que ir controlando de vez en cuando la cocción.

Dejamos enfriar los bizcochos en su molde unos 10 minutos antes de desmoldar y dejar sobre una rejilla que acaben de enfriar completamente.

Segunda parte de la tarta: el frosting o cobertura.

El frosting que usa Bea en su blog es de chocolate, pero pensé que quizás iba a ser «demasiado», sobre todo al no estar segura de los gustos de los invitados. Así que en su lugar hice un buttercream simple (¡Dios, cómo los odio!).

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La receta original (que ya no recuerdo de dónde la saqué) llevaba 250 grs. de mantequilla en pomada, 450 grs. de azúcar glass, 1 cucharadita de estracto de vainilla y 6 cucharaditas (30 ml.) de leche entera. Yo sustituí la cucharadita de vainilla por cuatro gotas (en serio, gotas) de esencia de algodón de azúcar y puse tres cucharaditas más de leche.

Puse una plancha de bizcocho, una cantidad generosa de buttercream, lo estendí y luego coloqué el otro bizcocho encima. Cubrí también todo el exterior de la tarta con otra capa fina de buttercream y la metí en la nevera para que sellara. Pero ¿que pasó?, que no me quedaba suficiente buttercream para dar la segunda capa y decorar decentemente la tarta. ¡Horror!, ¿qué hago? Me pusé a añadir azúcar glass y leche como si no hubiera un mañana. Debí de añadir entre 300-350 grs. de azúcar glass, 8 ó 9 cucharaditas de leche y 3 gotas de esencia de algodón de azúcar.                                     Aún así no fue suficiente, y recurrí a las lascas de chocolate que compré en Lidl para cubrir la parte superior de la tarta.

El dichoso buttercream quedó un poco terroso en el paladar a pesar de usar azúcar glass y de haberla tamizado antes, por lo que he llegado a la conclusión de que los frosting son caprichosos por naturaleza, quedan bien sólo cuando les da la gana.

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A pesar de todo la tarta quedó riquísima a juzgar por los comentarios excelentes de todos los invitados, y yo más feliz que una perdiz.

Hasta la próxima, cocinillas!!

Bizcocho de batata y castañas y mi primer premio-blog!!!

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Buenas tardes,

¿cómo lo lleváis? Yo contenta porque después de una semana sin poder, ¡porfin puedo andar! Sigo haciéndolo con las muletas porque la pierna está flojucha, pero es una buena noticia para comenzar la semana. La verdad es que me duele el culo de estar todo el santo día sentada por obligación y necesito moverme ya mismo.

Hace como um mes, con el comienzo de la nueva estación, mi madre me comentó que había visto a Sergio, el cocinero de TVE, preparando un bizcocho con batata, castañas y arándanos que tenía una pinta espectacular. Yo sé porque le gustó a mi madre, y la razón es porque es un bizcocho poco dulce. A mí los dulces me gustan «dulces», valga la redundancia, pero usé la lógica aplastante de Joey en la serie Friends y pensé: el bizcocho me gusta, la batata me encanta, las castañas también y los arándanos son mis frutos rojos favoritos. Conclusión, Tania se plantó el delantal y se puso manos a la obra.

A la gozada de hornear se unió la alegría de recibir mi primer premio bloguero-culinario de parte de una bloguera y antigua compañero del cole, Miriam, el alma de www.sweetywitch.es.  Fue el premio Dardos.

El origen de este premio permanece en la oscuridad, sin embargo se han rastreado las primeras menciones tanto en Portugal como en Brasil. El premio es otorgado en reconocimiento a valores personales, culturales, éticos y literarios que son transmitidos a través de una forma creativa y orginal mediante la escritura. La insignia fue creada con el afán de promover la hermandad entre bloggers, mostrar cariño y gratitud por el trabajo hecho.

 

Le prometí a Miriam que le dedicaría la receta del bizcocho que había hecho ese mismo día, y aunque la publicación de la entrada se ha hecho esperar, no se me olvida que este bizcocho fantástico que huele a otoño, a esa sensación de volver a casa, al hogar, es para ti Miri. Un besote y mil gracias.

Vamos ya con la receta. Necesitáis:

  • 3 huevos L
  • 120 grs. de azúcar
  • 100 ml. de aceite de oliva suave
  • 100 grs. de batata
  • 100 grs. de castañas
  • 6-7 grs. de levadura tipo Royal (medio sobre)
  • 160 grs. de harina
  • un puñado de arándanos ( yo usé frambuesas)
  • aunque no está en la receta original, yo también usé un chorrete generoso de agua de azahar para poder hacer bien el puré de castaña y batata.

Ponemos a cocer la batata y las castañas peladas (la pielecilla con pelussilla de la castaña se le caerá sola cuando se cuezan, por lo que no perdáis la paciencia quitándosela). Mientras precalentamos el horno a 180ºC y preparamos el molde con mantequilla y harina.

En un bol mezclamos el azúcar con el aceite y batimos bien. A continuación añadimos los huevos. Tamizamos la harina y la levadura e incorporamos a la mezcla.

Quitamos el agua de la cocción de la batata y las castañas y retiramos las pieles que se hayan despegado.  La apariencia es un poco guarreta, así que haced la vista gorda. Trituramos con la batidora hasta que quede un puré. Como es muy seco y se hace difícil triturarlo, decidí añadir un chorro de agua de azahar, que mucho mal no le podía hacer, y a mi me facilitaba mucho el trabajo.
Una vez el puré listo, lo incorporamos a la mezcla del bizcocho.

Vertemos la mazcla en el molde y después colocamos repartidas por la mezcla las frambuesas o arándanos, o lo que tengáis. Hundidlos un poco con el dedo, porque solos no lo hacen.

Ya está listo para meter al horno durante una media hora. Ya sabéis, controlad la cocción con la puntilla.
Podéis decorar el bizcocho con un poco de azúcar glas.

¡Hasta la próxima, cocineros en ciernes!

Tajine de cordero con almendras y ciruelas o como viajar al norte de África sin salir de tu cocina

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Ya estoy aquí otra vez, y gracias a mi lesión, va a ser más sencillo actualizar con recetas atrasadas el blog. Eso sí, no me puedo acercar a la cocina porque creo que no forma parte de la recomendación de «reposo absoluto» del médico.

Hoy os traigo una receta que tenía muchas ganas de compartir con vosotros. Este es un plato que me encanta y que podría comer casi todo los días. Tiene ese ligero contraste del dulce y el salado, la carne queda extremadamente jugosa y con muchísimo sabor y como colofón final tiene una fantástica mezcla de especias, que me chiflan.

Probablemente la palabra tajine no forme parte de vuestro vocabulario gastronómico habitual, pero os aseguro que no se trata de nada rocanbolesco. Al igual que la paella, que es el recipiente y la comida, con una tajine pasa lo mismo, se refiere al contenido y al continente. Es un recipiente de barro cocido formado por un plato hondo y una tapa cónica, y se usa para cocciones lentas. La tapa cónica permite que durante la cocción el vapor mezcle los sabores de los alimentos y no se pierdan sus propiedades.

No os voy a engañar, yo no tengo una tajine en casa (no es sencillo encontrar una que funcione en una cocina de inducción y que no cueste un ojo de la cara), pero tengo una cocotte, de la que os hablaré otro día, y que es estupenda para platos de cocción lenta.
Después de haberos soltado el rollazo, paso a explicaros la receta. Una cosa que se me olvidaba decir es que una tajine puede ser de carne, de pescado o de verduras, es decir, que la permite infinidad de combinaciones, por lo que siempre podréis cocinar una tajine con vuestros alimentos preferidos.

Para esta tajine para 4-5 personas necesitáis:

  • 1 kilo y 1/2 de cordero (yo compré la parte del cuello, que queda muy jugosa. Además, compré la carne en una carnicería halal, que es donde compran los musulmanes la carne)
  • una pastilla de caldo (la que tengais a mano)
  • 1 taza de almendras enteras peladas
  • 2 cebollas rojas
  • 1 taza de ciruelas pasas o  de 4 a 6 ciruelas, dependiendo del tamano.
  • 2 cucharadas soperas de zumo de limón
  • 3 cucharadas soperas de aceite de oliva
  • 2 cucharadas soperas de miel
  • 2 cucharaditas de agua de azahar
  • sal
  • 1/2 cucharadita de canela
  • 1/2 cucharadita de jengibre
  • 1/2 cucharadita de cúrcuma
  • 1/2 cucharadita de curry
  • 1/2 cucharadita de pimentón dulce
  • 1/2 cucharadita de nuez moscada
  • 1/2 cucharadita de cilantro (lo vi en la carnicería halal y no me resistí a comprarlo)

 

Para empezar quitamos el exceso de grasa de la carne y salamos; también ponemos en un cazo unos 330 mil de agua con la pastilla de caldo.

Ponemos la cocotte al fuego con el aceite para dorar la carne, ojo sólo dorar, no la tenemos que cocinar.  Reservamos la carne. Y pochamos la cebolla en el aceite que ha quedado en la cocotte a fuego suave. En un vaso con un poco de agua ponemos todas las especias y mezclamos bien. Cuando la cebolla esté pochada, ponemos de nuevo la carne en la cocotte, vertimos la mezcla de especias y removemos bien para que toda la carne se impregne bien.  A continuación añadimos el zumo de limón, el caldo, las almendras y un poco de sal. Subimos el fuego (sin ponerlo al máximo) y dejamos hervir hasta que el caldo reduzca a la mitad más o menos.

 

Bajamos el fuego casi al mínimo y añadimos la miel, el agua de azahar y las ciruelas. Si son pasas, las tenéis que poner en un cuenco con agua unas horas antes para que se hidraten; si son ciruelas del tiempo, hay que lavarlas, quitarles el hueso y partirlas en trozos grandes. Tapamos la cacerola y dejamos cocer una media hora más, siempre a fuego suave.

 

 

No tengo una foto del resultado final porque con la emoción de devorarlo se me olvidó, pero para aquellos a los que las mezclas de sabores le dé un poco de respeto, os cuento un secreto, una vez finalizada la cocción la ciruelas desaparecen del campo de visión.

Este plato deliciiiiioooooooso se acompaña con cous-cous o con arroz blanco.

¡Hasta la próxima, cocinillas!

Muffins de canela

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Lo prometido es deuda y esta vez sólo han pasado pocos días desde mi última entrada. Y aunque estoy tirando de recetas que hize hace algún tiempo (y tengo unas cuantas, de verdad!), últimamente los pocos ratos de relax que tengo confieso que me los paso babeando delante de blogs fantásticos con recetas espectaculares.

Por culpa de estos fantásticos cocineros-reposteros-blogueros mi lista de «¡mamá, esto lo tengo que hacer yo!» está creciendo a pasos agigantados. Es decir, tenga pendiente hacer pan casero, donuts, macarons (mi gran asignatura pendiente), una charlota (charlotte), una tarta de esas que está toda cubierta de trozos de fruta y un rissotto. En la última semana esta lista ha aumentado significativa y peligrosamente si tenemos en cuenta el colesterol y los kilos que voy a coger (aunque mi familia no se va a quedar atrás).

Ya estoy oyendo a mi madre: ¡otra vez en la cocina!¡tú lo que quieres es que me ponga como una vaca!. No mamá, no, pero ya que lo he preparado, no lo vamos a tirar, digo yo….

Ahora vamos a lo que interesa, la receta de hoy. ¡Ah!, aviso, la próxima será salada, que ya toca.

Para hacer estos riquísisisisisimos muffins de canela necesitáis:

  • 50 grs. de mantequilla a temperatura ambiente
  • 60 ml de aceite
  • 100 grs. de azúcar
  • 73 grs. de azúcar moreno (en fin, quien dice 73, dice 70 ó 75….)
  • 2 huevos L
  • 1 y 1/2 cucharadita de levadura
  • 1 cucharadita de bicarbonato
  • un pellizco de nuez moscada
  • una cucharadita «grande» colmada de canela (cuando se trata de canela yo siempre soy generosa 😉 )
  • un pellizco de sal
  • 1 cucharadita de postre de extracto de vainilla
  • 333 grs. de harina (esto es como lo de los 73 de azúcar…ejem….)
  • 240 ml. de leche
  • capacetes (papelillos) para magdalenas

Precalentamos el horno a 215ºC. Mezclamos la mantequilla, el aceite y los azúcares. Una vez hecho esto, incorporamos los huevos a la mezcla uno a uno (hasta que no está bien incorporado el primero no ponemos el segundo). Añadimos a continuación la levadura, el bicarbonato, las especias y la vainilla. Para acabar vamos añadiendo la harina (yo siempre la tamizo antes; ¿y qué es eso? sencillo, pasarla por el colador) y la leche de forma alterna.

Con esta mezcla rellenamos los moldes de magdalenas hasta 2/3 de su capacidad (estas suben más que las de chocolate del otro día) y las metemos al horno de 15 a 17 minutos. Ya sabéis, controlad vuestro horno y la cocción, que como siempre digo, cada horno es un mundo.

Un besote y al lío, ¡cocinillas!

El vicio de los chocolateros: magdalenas de chocolate con pepitas de chocolate

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Welcome back you all!

La razón de no haber actualizado el blog durante dos meses no ha sido la falta de citas con la cocina, porque he cocinado muy mucho, y a veces, ¡hasta me he acordado de hacerle fotos a las cosas!, pero de lo que ando muy escasa en estas últimas semanas es de tiempo. Para ser una parada más, no me da tiempo a aburrirme en absoluto.

Y ahora mismo, aunque debería estar limpiando, como no me apetece nada, he decidido meter la cabeza por aquí de nuevo, y espero poder, con cierta asiduidad, subir todas las recetas que tengo acumuladas.

En fin chicos, que os voy a decir que no sepáis del chocolate. Ya sea puro, con leche, con almendras, blanco, caliente, en forma de bombones o de batido, ¿cómo vamos a decirle que no cuando nos tienta con su aroma y fantástico aspecto?

He de confesar que me gustaba más de lo que me gusta. No sé si es que me he vuelto más rara que un perro verde o que simplemente me he hinchao de comer tanto chocolate. Sigo disfrutando de él, pero soy absolutamente capaz de resistir a la tentación.

Aqui os dejo la receta de unas magdalenas, muffins o cupcakes (sin cobertura en este caso) dependiendo de hasta donde relleneis los moldes. A mi favor he de decir que las comieron personas ajenas a mi y que les encantaron :D.

Necesitáis:

  • 115 grs. de mantequilla a temperatura ambiente (la receta original decía que se usara mantequilla sin sal, pero soy una rebelde y yo la uso siempre con sal, porque me encanta)
  • 120 grs. de azúcar
  • 2 huevos M
  • 150 grs. de harina de trigo
  • 50 grs. de cacao en polvo
  • 1 y 1/2 cucharadita de levadura (como 7,5 ml. si os ayuda mejor a medir)
  • 1 cucharadita (5 ml.) de extracto de vainilla
  • 140 ml. de leche
  • 130 grs. de chips de chocolate (las lágrima de chocolate del Mercadona, para que nos entendamos)
  • capacetes de papel de magdalenas (a la venta en cualquier chino de la esquina)
  • molde de magdalenas (si no tenéis, poned dos capacetes de magdalenas por cada una, para que sea más resistente)

Precalentamos el horno a 180ºC. Tamizamos la harina, el cacao y la levadura y reservamos. Mezclamos la leche con el extracto de vainilla y reservamos. Batimos la mantequilla con el azúcar y una vez bien mezclado añadimos los huevos uno a uno, asegurándonos de que está bien incorporado a la mezcla el primero antes de añadir el segundo. Ahora vamos añadiendo alternativamente la mezcla de harina y la mezcla de leche. Es decir, ponemos un poco de mezcla de harina en la mezcla de mantequilla, batimos bien; añadimos a continuación un poco de la mezcla de leche y batimos bien; volvemos a añadir un poco de harina, batimos; seguimos con otro poco de leche; y así hasta acabar. Ya sólo nos queda añadir las lágrimas de chocolate a la mezcla resultante. Rellenamos los capacetes 2/3 de su capacidad o casi hasta el borde, porque apenas suben (o por lo menos a mi casi no me subieron, pero eso es culpa de mi horno, que está enfadado con el mundo) y los horneamos durante unos 23 minutos aproximadamente (controlad el tiempo y pinchad una de las magdalenas con una puntilla para aseguraros).

Y ya está gente, dificultad cero, así que no os lo penséis.

Un besote a todos, y hasta la próxima.

Quesada de mascarpone

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Buenas tardes de domingo a todos!
Ayer, después de pasar media mañana buscando una receta para gastar una tarrina de queso mascarpone que acababa de caducar (pero ya sabéis que la fecha de caducidad, y sobre todo de los lácteos, es sólo de consumo preferente, pues todavía aguantan unos días más sin ponerse malos) di con ésta. Quería que fuera rápida, fácil y que no me hiciera comprar ningún ingrediente nuevo, por lo que esta fue ¡perfecta!. En 40 minutos estaba lista, con preparación y horneado incluidos.

Para esta quesada reversionada necesitáis:

  • 250 grs de queso mascarpone
  • 4 huevos L
  • 1 yogur natural
  • 150 grs de azúcar
  • 150 grs de harina de bizcocho
  • 1 sobre de levadura en polvo

Y veréis lo fácil que es:

Precalentamos el horno a 180ºC. Batimos primero los huevos con el azúcar hasta que espumen bien, y luego añadimos el resto de ingredientes. Engrasamos y enharinamos un molde desmoldable de bizcocho, volcamos la mezcla y al horno durante 25-30 minutos.

¡Ya está! Espero que os animéis.
Un besote y ánimo para esa semana que comienza.

 

El Cardamomo

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Buenas tardes!

Después de la receta de ayer, quería daros a conocer un poquito esta especia nueva que usé, para que la descubramos juntos.

Según nuestra querida amiga la Wikipedia, el cardamomo es una planta oriunda de las selvas tropicales de la India meridional, Sri Lanka, Malasia y Sumatra, y en la actualidad se cultiva también en Nepal, Tailandia y América Central, siendo Guatemala el mayor productor mundial.

El cardamomo es carminativa -que favorece la expulsión de los gases del tubo digestivo-, estimulante, antiespasmódica, sialagoga —que provoca la secreción de saliva—, orexígena —que produce apetito— y aromática. Esta hierba se puede emplear para tratar la dispepsia o indigestión flatulenta y aliviar los dolores retortijantes y los cólicos. Además, se agrega a los purgantes como condimento carminativo, ayuda a combatir la halitosis (mal aliento), y puede contrarrestar la diarrea.

Adicionalmente, el cardamomo es muy utilizado culinariamente, sobre todo en la India, para darle sabor picante a las comidas a base de arroz. Por su parte, los árabes lo utilizan en el café. También, se considera que tiene efectos afrodisíacos. Se emplea en la gastronomía de la India y en la asiática en la elaboración de curry, arroces, postres, pasteles, panes, bollos, galletas y como aroma para bebidas tales como el té. En los países escandinavos se emplea en bollos y galletas junto con clavo, jengibre, y canela.

En algunos países de Oriente Medio, el café y el cardamomo se muelen y tuestan juntos en un mihbaz. En algunas culturas, el moler está ritualizado y acompañado de cantos y bailes. También se usa para el mal aliento después de cada comida. Otra práctica común en Egipto y otros países del entorno consiste en añadir al café semillas de cardamomo enteras antes de hervirlo. Posteriormente se agrega un poco de agua fría para que decante el café molido y se extraen las semillas de cardamomo. Le confiere al café propiedades cordiales (tónico cardíaco) y carminativas (antiflatulento). En América Central, especificamente en Guatemala, se utiliza para elaborar una goma de mascar con sabor a cardamomo.

Una vez que ya sabemos muchas cosas sobre estas semillas, seguiré investigando para encontrar nuevas recetas tanto dulces como saladas que preparar y enseñaros.

¡Un abrazo cocinillas!