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¡Al rico whoopie de chocolate!

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Hola a tod@s!

Después de una temporada de aletargamiento (o también llamada temporada navideña + preparación de formaciones + otra estancia laboral de tres semanas en Aveiro) estoy de vuelta. Volverá a ser por poco tiempo porque en breve tendré que meter de nuevo mi vida en una maleta para trasladarme a Bruselas 5 meses. Pero mientras tanto voy a quitarles el polvo a las recetas que tengo guardadas, o mejor dicho, escritas en mi cuaderno de los chinos y voy a compartirlas con vosotros.

Hoy os traigo los whoopies. Un día los vi en un blog, y pensé «esto tiene que estar bueno no, lo siguiente», y lo anoté en mi apartado de cosas por experimentar en la cocina. La ocasión elegida para preparalos fue el cumpleaños de Dani, uno de mis mejores amigos desde hace…. buf, 10 u 11 años. Cuando me invitó a unas pizzas en su casa, y aun conociendo la respuesta, pregunté si quería que llevara algo. Como no se corta un pelo, dijo alto y claro: ¡El postre!. Así que Tania se colocó el delantal y preparó whoopies de chocolate rellenos de crema de mascarpone y unas red velvet cookies de las que os hablaré otro día.

whoop (3)

La receta de los whoopies de chocolate la copié de la web Aliterdulcia y la de la crema de mascarpone la encontré en otro blog de repostería, pero como soy un desastre y no lo guardé en mis favoritos, no tengo ni idea de cual es (mil perdones al autor/a).

Vamos con la receta:

  • 1 huevo L
  • 75 grs. de azúcar
  • 65 grs. de yogur natural (confieso que se me piró la cabeza y puse algo más…)
  • 10 ml. de leche entera
  • 40 grs. de mantequilla derretida
  • 1 cucharada de extracto de vainilla
  • 100 grs. de harina (de trigo normal y corriente)
  • 40 grs. de cacao en polvo
  • 1/2 cucharadita de levadura en polvo
  • 1/2 cucharadita de bicarbonato sódico

Precalentamos el horno a 180ºC. Tamizamos en un bol la harina, el cacao, la levadura y el bicarbonato y reservamos. Batimos muy bien los huevos con el azúcar. A esta mezcla añadimos la leche, el yogur y la vainilla. Volvemos a mezclarlo todo bien. Después incorporamos la mantequilla derretida y mezclamos de nuevo. Por último ponemos la mezcla de la harina y el cacao (en dos o tres veces) y vamos mezclando bien hasta que quede todo perfectamente incorporado.

whoop (1)

Hasta aquí es sencillo (y seguiría siéndolo si tuviera las herramientas necesarias), pero como no las tengo, tocó echarle imaginación al asunto.                                                                                                                                                                                                  Los whoopies son unos bizcochitos redondos de base plana y tienes que intentar que todos tengan aproximadamente el mismo diámetro porque tienes que emparejarlos colocando una crema en el medio (como si montaras un galleta Oreo). Existen unos mantelitos de silicona estupendos con los círculos ya hechos. Yo rebusqué por casa hasta que encontré un objeto circular de unos 4 o 5 cm de diámetro. Después fui dibujando círculos con rotulador y la ayuda del objeto en un trozo de papel de horno (ojo, la parte pintada con el rotulador va boca abajo, para que no se pueda mezclar la tinta con la comida!). Una vez los círculo dibujados, metí la masa resultante en una manga pastelera (también sirven las bolsas de bocadillos o de congelar comida) y fui colocando una montañita de masa en el interior de los círculos (recordad que tenéis que dejar espacio entre unos y otros, que luego crecen).

Una vez hecho esto ponéis la bandeja en el horno durante 10 minutos aprox.

Es entretenido, no os lo voy a negar, pero están tan ricos, que ¡merece la pena el esfuerzo!

El relleno de crema de mascarpone es muy sencillo. Ponéis 250 grs. de mascarpone, 50 grs. de azúcar glass y 1 cucharadita de esencia o estracto de vainilla y le dais caña con la batidora de varillas hasta que tenga consistencia. En mi opinión se le puede poner más azúcar porque la crema quedó…. muy cremosa para mi gusto.

whoop

Una vez que los whoopies están fríos, ponéis un poco de la crema de mascarpone sobre la parte lisa del whoopie y hacéis un sandwich con otro whoopie por encima.

¡Para chuparse los dedos!

Hasta la próxima, ¡un beso!

Tajine de cordero con almendras y ciruelas o como viajar al norte de África sin salir de tu cocina

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Ya estoy aquí otra vez, y gracias a mi lesión, va a ser más sencillo actualizar con recetas atrasadas el blog. Eso sí, no me puedo acercar a la cocina porque creo que no forma parte de la recomendación de «reposo absoluto» del médico.

Hoy os traigo una receta que tenía muchas ganas de compartir con vosotros. Este es un plato que me encanta y que podría comer casi todo los días. Tiene ese ligero contraste del dulce y el salado, la carne queda extremadamente jugosa y con muchísimo sabor y como colofón final tiene una fantástica mezcla de especias, que me chiflan.

Probablemente la palabra tajine no forme parte de vuestro vocabulario gastronómico habitual, pero os aseguro que no se trata de nada rocanbolesco. Al igual que la paella, que es el recipiente y la comida, con una tajine pasa lo mismo, se refiere al contenido y al continente. Es un recipiente de barro cocido formado por un plato hondo y una tapa cónica, y se usa para cocciones lentas. La tapa cónica permite que durante la cocción el vapor mezcle los sabores de los alimentos y no se pierdan sus propiedades.

No os voy a engañar, yo no tengo una tajine en casa (no es sencillo encontrar una que funcione en una cocina de inducción y que no cueste un ojo de la cara), pero tengo una cocotte, de la que os hablaré otro día, y que es estupenda para platos de cocción lenta.
Después de haberos soltado el rollazo, paso a explicaros la receta. Una cosa que se me olvidaba decir es que una tajine puede ser de carne, de pescado o de verduras, es decir, que la permite infinidad de combinaciones, por lo que siempre podréis cocinar una tajine con vuestros alimentos preferidos.

Para esta tajine para 4-5 personas necesitáis:

  • 1 kilo y 1/2 de cordero (yo compré la parte del cuello, que queda muy jugosa. Además, compré la carne en una carnicería halal, que es donde compran los musulmanes la carne)
  • una pastilla de caldo (la que tengais a mano)
  • 1 taza de almendras enteras peladas
  • 2 cebollas rojas
  • 1 taza de ciruelas pasas o  de 4 a 6 ciruelas, dependiendo del tamano.
  • 2 cucharadas soperas de zumo de limón
  • 3 cucharadas soperas de aceite de oliva
  • 2 cucharadas soperas de miel
  • 2 cucharaditas de agua de azahar
  • sal
  • 1/2 cucharadita de canela
  • 1/2 cucharadita de jengibre
  • 1/2 cucharadita de cúrcuma
  • 1/2 cucharadita de curry
  • 1/2 cucharadita de pimentón dulce
  • 1/2 cucharadita de nuez moscada
  • 1/2 cucharadita de cilantro (lo vi en la carnicería halal y no me resistí a comprarlo)

 

Para empezar quitamos el exceso de grasa de la carne y salamos; también ponemos en un cazo unos 330 mil de agua con la pastilla de caldo.

Ponemos la cocotte al fuego con el aceite para dorar la carne, ojo sólo dorar, no la tenemos que cocinar.  Reservamos la carne. Y pochamos la cebolla en el aceite que ha quedado en la cocotte a fuego suave. En un vaso con un poco de agua ponemos todas las especias y mezclamos bien. Cuando la cebolla esté pochada, ponemos de nuevo la carne en la cocotte, vertimos la mezcla de especias y removemos bien para que toda la carne se impregne bien.  A continuación añadimos el zumo de limón, el caldo, las almendras y un poco de sal. Subimos el fuego (sin ponerlo al máximo) y dejamos hervir hasta que el caldo reduzca a la mitad más o menos.

 

Bajamos el fuego casi al mínimo y añadimos la miel, el agua de azahar y las ciruelas. Si son pasas, las tenéis que poner en un cuenco con agua unas horas antes para que se hidraten; si son ciruelas del tiempo, hay que lavarlas, quitarles el hueso y partirlas en trozos grandes. Tapamos la cacerola y dejamos cocer una media hora más, siempre a fuego suave.

 

 

No tengo una foto del resultado final porque con la emoción de devorarlo se me olvidó, pero para aquellos a los que las mezclas de sabores le dé un poco de respeto, os cuento un secreto, una vez finalizada la cocción la ciruelas desaparecen del campo de visión.

Este plato deliciiiiioooooooso se acompaña con cous-cous o con arroz blanco.

¡Hasta la próxima, cocinillas!

El Cardamomo

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Buenas tardes!

Después de la receta de ayer, quería daros a conocer un poquito esta especia nueva que usé, para que la descubramos juntos.

Según nuestra querida amiga la Wikipedia, el cardamomo es una planta oriunda de las selvas tropicales de la India meridional, Sri Lanka, Malasia y Sumatra, y en la actualidad se cultiva también en Nepal, Tailandia y América Central, siendo Guatemala el mayor productor mundial.

El cardamomo es carminativa -que favorece la expulsión de los gases del tubo digestivo-, estimulante, antiespasmódica, sialagoga —que provoca la secreción de saliva—, orexígena —que produce apetito— y aromática. Esta hierba se puede emplear para tratar la dispepsia o indigestión flatulenta y aliviar los dolores retortijantes y los cólicos. Además, se agrega a los purgantes como condimento carminativo, ayuda a combatir la halitosis (mal aliento), y puede contrarrestar la diarrea.

Adicionalmente, el cardamomo es muy utilizado culinariamente, sobre todo en la India, para darle sabor picante a las comidas a base de arroz. Por su parte, los árabes lo utilizan en el café. También, se considera que tiene efectos afrodisíacos. Se emplea en la gastronomía de la India y en la asiática en la elaboración de curry, arroces, postres, pasteles, panes, bollos, galletas y como aroma para bebidas tales como el té. En los países escandinavos se emplea en bollos y galletas junto con clavo, jengibre, y canela.

En algunos países de Oriente Medio, el café y el cardamomo se muelen y tuestan juntos en un mihbaz. En algunas culturas, el moler está ritualizado y acompañado de cantos y bailes. También se usa para el mal aliento después de cada comida. Otra práctica común en Egipto y otros países del entorno consiste en añadir al café semillas de cardamomo enteras antes de hervirlo. Posteriormente se agrega un poco de agua fría para que decante el café molido y se extraen las semillas de cardamomo. Le confiere al café propiedades cordiales (tónico cardíaco) y carminativas (antiflatulento). En América Central, especificamente en Guatemala, se utiliza para elaborar una goma de mascar con sabor a cardamomo.

Una vez que ya sabemos muchas cosas sobre estas semillas, seguiré investigando para encontrar nuevas recetas tanto dulces como saladas que preparar y enseñaros.

¡Un abrazo cocinillas!

Vinho verde (vino verde): una más que agradable sorpresa

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Olá!

Viviendo en Portugal alguna vez tendría que saludaros en portugués, ¿no?. Pero el saludo no es lo único luso de lo que voy a hablar hoy.

Siempre estoy subiendo recetas, pero la cocina implica más que carnes, pescados, verduras, dulces… La cocina también son los caldos, y no solamente los de la sopa. Hablo de los vinos, de ese enorme y complejo mundo de reservas, crianzas, vinos jóvenes, matizes, taninos, cuerpo, olores, barricas y denominaciones de origen.

Me gusta el vino y, en mi afán por conocer, me gusta probar vinos; lo que no quiere decir que yo entienda de vinos. No sé si la atracción que siento por esta bebida es debida a mi infancia y al hecho de que mi abuelo tuviera viñas. De que halla vivido la vendimia en primera persona (aunque reconozco que he «amagáo poco el lomo»), de que mi familia siga teniendo relación directa con el mundo del vino, de que haya tenido la suerte de conocer una cooperativa vinícola y su funcionamiento, o simplemente por la elegancia que me transmite el vino y todo lo que le rodea.

Siempre he sentido predilección por los tintos. Ese color, ese aroma, esa contundencia. Sin embargo los blancos nunca me hicieron demasiada gracia. Pero gracias a mi eterna curiosidad, dejé un poco de lado mi ignorancia y me fui acercando también a «los claretes».

Durante mi primera experiencia portuguesa como estudiante Erasmus, oí hablar del vino verde. Ignorante de mí, pensé que si el tinto era rojo, el rosado era rosa, y el blanco de un tono amarillento pálido, el vino verde tendría que ser (por lógica aplastante :)), verde. Confieso que en ese momento no llegué a desvelar el misterio, pues con descubrir el vino de Oporto ya me daba por satisfecha. Pero ahora, en mi segunda experiencia portuguesa, finalmente me he metido en el mundo de los vinos verdes. Y me digo a mi misma: ¡menos mal!.

Es un vino agradable al paladar, con un toque espumoso que me sorprende y me encanta  (a pesar de no ser una gran fan de los cavas y demás espumosos). Se bebe muy frío y es bueno tanto como para acompañar carnes, pescados o mariscos; o simplemente para tomar en el aperitivo.

Y ahora la eterna pregunta: ¿por qué el nombre de «vino verde»?. Pues bien, el vino verde proviene de la región norte de Portugal y del sur de la zona gallega, y se llama así porque cuando las uvas (de la misma variedad que se utiliza para hacer el albariño) son recogidas de las vides no han terminado de madurar y aún están un poco verdes. Este vino sufre una pequeña fermentaciónque le hace tener unas trazas de gas carbónico en la botella (aguja), y otras veces simplemente se le inyecta de forma artificial dióxido de carbono, para que el vino tenga algo de «chispa». Ah, y una cosa más. No sólo existe el vino verde blanco, sino que también lo hay rosado y tinto (que aún no he probado, por cierto).

Si queréis conocer un poco más de este vino podéis visitar su web http://www.vinhoverde.pt.

Un besote y feliz domingo a todos.

 

Empezamos!

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Está claro que nos encanta comer, pero agarrar la sartén por el mando no suele ser tan evidente. No me gusta, no tengo tiempo o no sé. Las tres principales excusas para no meterse en la cocina. Al que no le gusta probablemente no se haya metido en faena en la vida; la que no tiene tiempo debería saber que la cocina puede implicar horas, pero que también puede ser muy rápida (y más aún en compañía); y el que dice no saber hace pensar que un día lo intentó y no salió todo lo bien que debiera.

Yo no soy chef, no he estudiado cocina ni llevo años de práctica a la espalda, pero un buen día me dió por probar. Ya se sabe que las primeras veces casi nunca son las mejores, pero no tenemos que darnos por vencidos tan pronto. Yo no lo hize, y seguiré sin hacerlo. Los bizcochos no suben, las magdalenas se quedan duran, la mayonesa se corta o el pescado se queda seco. No pasa nada! Puedo prometer y prometo, que la próxima vez saldrán mejor.

Para mi la cocina es un placer. Quizás suene raro, pero es una válvula de escape estupenda. Me relaja, me sube la moral, me divierte, es antidepre y antiralladuras de tarro….y si encima consigues que salga bien, tienes doble satisfacción: el placer de comerlo y el orgullo de haberlo preparado con ese par de manitas!!

Espero que con este blog os vayais animando a  preparar cositas (y que lo contéis después), que descubrais cosas nuevas (yo la primera) y que entre todos aprendamos un poco más cada día.

Gracias a todos por el super empujón incial que me ha llevado a crear el blog. Sigo contando con vosotros para que esto crezca. Sugerencias, peticiones, críticas,…. cualquier cosa es bienvenida en este espacio que, aunque escriba yo, es un poco de todos.

P.D.: El sábado me pongo el delantal, no digo más!